27.10.08

Pura magia

Estaba haciendo frío...el aire entumía mis brazos.
Caminas hasta donde estoy sentada y se hace una pausa mágica.
Escribía en arena para que el viento se lo llevara, pero has llegado a escribir sobre mi corazón que todo es diferente de ahora en adelante.
Debería estar trabajando, no me dejas concentrarme. Cuelas en cada idea tu mirada haciendo que la sonrisa en mi rostro sea permanente y que el trabajo se vuelva interminable.
Las horas cambian lentamente, dejándome saborear cada beso en minutos largos. Cada paso que doy remarca la ausencia de tus brazos a mi alrededor, sosteniendo aquella noche en mi memoria para siempre.
Abrazados, así quisiera que estuvieramos el resto del tiempo...aunque hiciera más frío y el alma se congelara en un sólo instante.
No sé porque va sucediendo, mucho menos como controlarlo para que no salga de control; el miedo nubla mi razonamiento y da libertad a las emociones, que peligrosas van tomando posesión de lo que soy y lo que hago.
Sedúceme sólo un poco porque puedo perderme entre tu magia y volverme tu esclava si no tengo cuidado, al darte todos mis secretos y esperanzas.


Reasons to love-Meiko
Give me a reason to fall in love
Take my hand and let's dance
Give me a reason to make me smile
Cause I think I forgot how

I wanna fall asleep with you tonight
I wanna know that I am safe when you hold me tight
I wanna feel like I wanna feel forever

Girls need attention, and boys need us
So let's make everybody glad
That they have each other in each others arms
Oh let's make everybody glad

I want you.

I wanna dream away with you tonight
We can go anywhere you would like
I wanna feel how I wanna feel forever

I want you


Yo, como ella dice, quiero quedarme dormida junto a tí...

22.10.08

...

No sé que escribir, últimamente el cerebro se bloquea con tanto estrés, paranoia y delirio de persecución; perdonen que no sea lo más agradable a leer, es lo más agradable a escribir, pensando en el momento que todo acabe y regrese a mi vida con inspiración.


Estarás de pie frente a mi casa
no diremos nada y sólo veremos
verás en mis ojos la verdad que tanto quisiera ocultar
y caminarás hasta envolverme en tus brazos.
Huiré con recelo de mi libertad
nuestros pies apuntan a distintos caminos
mi alma me asaltará
y tú me atraparás.
El silencio va remarcando la diferencia
yo no querré saber más
me obligarás...
y ya no sabré nada que no sea amar.
No hay más intermediarios esta noche
el miedo se apoderará de mis pensamientos
sin saber que futuro nos alcanzará
y correrá el espíritu a volar.
No quiero hacer ejercicio, me duele mucho la cabeza. Tal vez tenga que ver con las pocas horas de sueño que tengo encima y las ojeras que me han ido marcando el estrés en la cara.
Odio este clima, aunque deje mi cabello como recién planchado; siento la piel seca, como un cartón abandonado en el fondo de una bodega vieja y el aire perfora mi nariz hasta que sangro.
Mis audífonos se murieron hace dos días, tal vez por eso traigo esta cara amarga; gracias a esto, por tiempo indefinido tendré que reconectarme al mundo en lugar de mi música y escuchar a los hombres pervertidos y niños idiotas que aunque me ven malencarada no tardan en decirme de cosas, pensando que porque soy mujer tienen derecho a humillar.
Quisiera que uno me tocara, sólo que me tocara para que le enseñara a golpes que tienen madres y hermanas y que en honor a ellas no deberían molestar a nadie; dejarles a moretones la cara llena de lecciones sobre el respeto y seguir mi camino ya en paz.
He llegado a casa y aviso, no hay nadie. Por qué habría de haber alguien esperándome? No sé, la costumbre de cuando la casa estaba llena…
El clima espantoso me hace beber tanta agua, y de pronto siento que el agua se ha apoderado de mis piernas y siento escalofríos recurrentes de la cintura para abajo y recuerdo que no he comido; el agua me ha hecho olvidar el hambre y ahora el cuerpo se queja de no tener con que andar.
Siento la neurosis encima de mí, cuando siento el rostro enojado que ya por costumbre me cuelgo camino a casa sin darme cuenta, pensando que todos son el enemigo. Por eso he abandonado por mi salud mental, el buen hábito ciudadano de leer el periódico, abandonando así a Dehesa y Catón a su suerte; regresé a aquel tiempo en que solo leía sociales para ver si encontraba fotos recriminantes o ridículas de algún amigo para reírme y espectáculos, aunque hasta esta sección ya se cuelan los asaltos, asesinatos y porno, mucho porno.
Me imagino que pasaría si algunas de las amenazas que tristemente siguen llegando a mis oídos, se cumplieran, y comienzo a alucinar.

10.10.08

Lloras...

-Lloras por el cansancio, niña.
-No, lloro por tu ausencia y mi soledad.
-Lloras porque has tomado decisiones pesadas y los días han sido muy largos.
-No, lloro porque te has ido sin explicarme cuando regresarás.
-Lloras porque la vida a veces no es tan fácil como tú quisieras, pequeña.
-No, lloro porque el cuerpo no resiste tanto sufrir y el alma se va quebrando.
-Lloras porque no has descansado estas noches oscuras, los grillos, seguro no te dejan dormir.
-No, lloro porque me has abandonado y estoy a la deriva.
-Lloras, pequeña mía porque te sabes única y eso te aterra.
-No, lloro porque se han ido mis aliados, me he quedado sola sin haberlo provocado.
-Lloras porque los días con su calor te desgastan y apagan tu frescura.
-No, lloro porque todo ha cambiado y no he podido detenerla, ni ella, ni a él, en seguir sus vidas, sin mí.
-Lloras pequeña porque crees que no te recordarán nunca más, pero has de saber niña, que no te olvidarán.
-Lloro porque la vida me ha impuesto reglas que no quiero, porque los días no rinden para terminar de llegar a mi destino; lloro también porque se han ido todos de aquí un día u otro y no quiero seguir llorando.
Lloro porque la vida no me deja avanzar, sofocando cada paso que doy hundiéndolo en el cemento y porque la luz se ha extinguido para siempre. Ya nunca será igual
-Ya no llores pequeña; todo pasará

Mi querida Amelia

Espero que les guste este cuento, un poco torcido pero divertido :)
Esta semana no ha sido interesante; no tengo que contarles sobre todos los medicamentos que ese doctor me ha estado atiborrando desde que se le ocurrió que estoy enfermo.
Enfermo, ¿yo? ¡Que va! Lo que yo necesito es que me alejen de ese señor, fumar un par de cigarrillos y platicar con mi Amelia querida.
Cuando se le mete una idea loca en la cabeza a ese doctor, me mete al hospital en cuarentena y me atasca las venas de medicinas que nada mas marean y me dejan más inútil que antes…
No tengo que contarles sobre las náuseas que me provocan los alimentos que me dan aquí; supongo que todos ya conocemos el sabor a hospital que tiene las gelatinas y los caldos de pollo sin sal que me obligan a comer.
Pero si no les cuento a ustedes que me encierran con vigilancia las 24 horas del día y una enfermera en la puerta para que no escape, ¿qué les puedo contar?
Pudiera contarles sobre mi querida Amelia, pero… es complicado, ¿si saben cómo?
Tal ves, será mejor que les diga que hace días que el doctor viene diciéndome que debo animarme porque mi físico depende de que tan seguido le sonría a este antipático que pasa revista cada seis horas con el mismo chiste malísimo para ponerme “ de buenas”.
El doctor dice que cualquier día no me despierto si no hago el esfuerzo, y empezamos la discusión de siempre:
-¿Para qué levantarme si sigo aquí?
-Para que se pueda ir más rápido, Don Fausto.
-¿Sí me levanto mañana, me puedo ir?
-No, Don Fausto… necesito monitorearlo…
Y así se la pasa…mintiéndome para que siga abriendo los ojos y él siga cobrando su sueldo; sin dejarme ver a Amelia.
El doctor le ha dicho a mi hija que no estoy en mis cinco sentidos, pero el otro día le he demostrado que todo me funciona bien, cuando me ha sacado de mis casillas y le apliqué un derechazo que le desgracio la nariz tan perfecta que tenía, que pena…
Amelia y yo nos conocimos muy jóvenes, y vivimos tantas cosas que me gustaría contarles pero tengo poco tiempo; nos queremos tanto a pesar de los años y me ha aguantado todas mis locuras, que no son pocas.
Últimamente, Amelia dejó de visitarme porque no le gusta verme malencarado gritándole al doctor que me atiende que es un inútil; yo la entiendo. Si por mi fuera ya estaría en casa con ella platicando sobre sus rosas gigantes y olorosas, esas que adornan la entrada de nuestra casa.
A veces recuerdo el olor como si estuviera ahí parado; de pronto comienza a dar vueltas todo y entran corriendo las enfermeras por el ruidazo que los aparatos hacen como gritándoles que el cielo se me anda nublando…
Les podría explicar que Amelia hace el mejor café del mundo y que los cigarrillos junto a ella saben mucho mejor; creo que sigo fumando por el puro placer de verla a través del humo sonriendo, siempre sonriendo.

-Mi padre siempre fantasea con Amelia, doctor. – escucho que dice mi hija, ¡cómo se atreve a hablar así, si Amelia le dio la vida y dice que es una alucinación mía! Les contaría cuantas veces he discutido con mi hija sobre mi querida Amelia, pero nada la hace entender que su madre, Amelia, se ha cansado de sentarse en las sillas de la sala de espera y se ha ido a casa para cuando me dejen salir, estar lista para recibirme con un buen café en la salita donde platicábamos por las tardes.
Amelia me ha hablado por teléfono, estoy casi seguro que no han dejado que hable conmigo, porque como siempre, deben mantenerme calmado y eso me pone de nervios.
Ha sonado el teléfono muy temprano y mi hija ha corrido a contestarlo sin dejarme ni reaccionar, sólo para escupir un “no, está dormido” a pesar de mis gestos y gritos.
Amelia me espera, y yo me quiero largar con ella; no me dejan.

-¿Entonces no hay mucho que hacer ya, doctor?- dice Liliana, con una cara de mortificación en la puerta del cuarto que ocupa su padre, como dormido por alguna anestesia.
El doctor mueve la cabeza sin poder decirle algo que consuele la pérdida de su padre, mirándola por solidaridad y con pesar. Liliana sabía que algún día pasaría pero tenía esperanzas de que no fuera tan pronto…habiendo acabado de perder a su madre hace tan poco.

Hoy por fin me han liberado de este espantoso hospital, Amelia está parada en la puerta esperándome sonriendo, lista para llevarme a casa.
Se ve rejuvenecida, su cabello es tan negro como el día en que la conocí y su rostro es el mismo del que me enamoré el día que tomamos nuestro primer café.
Me siento muy bien, la fuerza en mis piernas ha regresado después de tanto estar acostado y protegido por las enfermeras; después de todo parece que han curado lo que tenía… y lo que no tenía también.
Amelia me ha llevado a casa y las flores están más hermosas que nunca, el olor es indescriptiblemente hermoso y mi casita se ve como el día en que empezamos a vivir en ella.
Me pregunto porque Liliana lloró cuando me llevaban a casa, la vi un momento nada más, pasé por la silla en que estaba sentada diciéndole hasta luego, pero pareciera que no escuchó…Mañana la iré a visitar para ver que le pasa, tal vez pensó que el doctor no me dejaría salir, o le daba miedo que me fuera con Amelia porque ella ya no sabe que es su madre…
Mi querida Amelia tiene listo el café en la mesita…así que amigos los dejo para irme a platicar, y algún otro día les cuento más aventuras de este viejo.