20.1.09

Homo, Hetero; siempre la misma búsqueda

Dicen que la vida de un hombre acompañado se recuerda más que al hombre solitario
Ximena Sariñana

¿Quién soy yo para reclamarte por haber encontrado refugio en brazos de ella y no de él? ¿Con qué derecho me atrevo a señalarte porque encontraste amor con brazos de un hombre en lugar de una mujer?
¿Por qué nos sentimos capaces de decidir por otros con quien pueden encontrar la felicidad?
Yo no he sido capaz de encontrar quien ilumine mis días a pesar de haberlo intentado, he fracasado en cada intento; eso no me da ningún derecho a señalar a quienes han encontrado la alegría en alguien de su mismo sexo.
Si en tu camino has encontrado que esa persona te llena, bendito sea él o ella, sin importarme a mí que no tengo derecho de juzgarte, por hacerte sonreír de esa manera.
No tenemos derecho a criticar a quien sea homosexual, bisexual o heterosexual por nacimiento, formación o ideología, porque están en la misma búsqueda que uno se encuentra a diario.
Si cuando te ves junto a esa persona, tan radiante de alegría, llena de vitalidad y tranquila, porque debo yo culparte de algo que no es tu responsabilidad y descargar mi frustración por no tener con quien estar como tú.
Debería sonreír porque un alma se ha reunido, estando separada en dos corazones, complementándose para vivir.
No hay un ejemplo más auténtico de amor, que este frente a nuestros ojos, el de dos personas que sin fijarse en el sexo, disfrutan uno del otro, amándose con la mirada del corazón y no del físico y encontrándose unidos la mayoría de las veces, para siempre.
Si yo no he logrado encontrar de acuerdo a lo establecido, una persona que ilumine mi rostro, porque entonces, debo darte una mirada de desdén porque tú has roto las reglas en busca del verdadero amor.
No soy nadie, para reclamarte que has encontrado fuera del patrón a quien te abrace en los días tristes, con quien puedas llorar cuando haga falta y que te haga reír para salir adelante.