4.7.08

Allá en Morelos

La tierra es noble y se abre con facilidad para permitir que las plantas crezcan en abundancia; el agua bendice los suelos con dulces lluvias nocturnas que desaparecen el sopor del día pesado que se va despidiendo.
Por la mañana tomamos leche recién hervida de la ordeña de la mañana con pan de dulce que traen la tarde anterior recién hecho que enamora con su olor al que pase cerca.
Comienza el día temprano porque el calor aún no ahoga y la rutina diaria se trata de alterar lo menos posible con las visitas que llegan de paso unos días para cambiar de pueblo.
La cocina es diferente, el agua sabe más dulce y el agua no se siente tan fría las ocho de la mañana que sin un calentador cae al natural en el cuerpo para refrescar y comenzar a trabajar.
Poco a poco se va colando entre la casa el ruido de los animales que nos rodean; aparecen las moscas,mosquitos,zancudos, hormigas, largatijas besuconas, gallos y gallinas.

Desde temprano, las vacas y el toro comienzan a llamar la atención de quien pase por su tamaño, su olor y sus sonidos; además se sabe que son muy cuidadas por esta familia fuerte que lucha por salir adelante sin pretensiones de grandes lujos pero sí de alegrías.
La comida del día es natural y la fruta se acaba de cortar de los árboles; se desayuna poco, se almuerza igual y luego son comidas más fuertes.
El calor va en aumento y llega la tarde que hace que descances leyendo o viendo un poco de televisión con la poca oferta entre dos canales poco interactivos o propositivos.

Al caer la noche, cuando baja el sol de pronto pero dejando iluminado el camino se dan caminatas por el campo, pasando el río por un puente y aterrizando entre calabacitas dulces ya grandes y siguiendo el camino alumbrado por luciérnagas. Es casi romántico de no ser por lo familiar que se torna.
El río lleva a las mojarras a pasear cerca de la orilla para que las veas saludar un rato antes de seguir caminando a casa. Los perros no son agresivos y sólo observan tu andar por el pueblo iluminado a medias.
Se guardan todas las herramientas de trabajo y se conversa un rato mientras el calor desaparece con las estrellas apareciendo en el cielo. Algunos se van y otros nos quedamos una noche más a vivir desconectados de la ciudad.
Quien sabe cuanto ha pasado en nuestra ausencia.



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