Escaleras a la nada

historia creada como parte del taller de creación literaria

temática: infancia

Era gordita, tenía ojos muy pequeños y rasgados, los cachetes más gorditos de la familia ; era feliz, o al menos así lo recuerdo.
Caminábamos mucho, siempre de la mano mi madre y yo, por la ciudad sin miedo a nada. Diario pasábamos por la primaria cinco de mayo, como hoy, pero a pie; la duda se encajaba cada día más en mi cabeza, esa escalera no tenía cabida.
Eran los muros de esa escuela, que aún ahora me intrigan tanto.De niña, dando pasitos , veía esa pared muy rara, con esas marcas como si alguna vez hubiera sido una escalera, y a alguien se le ocurriera quitarla sin borrar la evidencia.
Si te detenías como yo, podrías ver en la pared como si te pararas por un lado de una escalera sin barandal, los escalones que ivan al final de la nada metidos en una barda.
Ahora veo que no eran tan altos y que la escalera de la nada no era tan larga pero me queda la curiosidad de saber porque la dejarían ahí.
Los años han pasado y ya no soy esa pequeña hundida en los libros con lentes gigantes, (más feliz, menos complicada); de la niña que siempre fue altota no queda mucho, ahora me siento hasta chaparra.
Por fín, dejé los zapatos ortopédicos por los que tanto me hacían burla, uso los que yo quiero, vaya hasta los pago yo.
Pero a ratos, como hoy al pasar por esa primaria, pienso que así como fuí, tanto que sufrí, también fuí feliz, con todo y los misterios de las escaleras a la nada.